imágenes de la instalación

‘O pronunciamento’

El 13 de diciembre de 1857, a las 11 de la mañana, un grupo de mujeres de la Fábrica de Tabacos de A Palloza (A Coruña) inició una levantamiento. Ante la incorporación de máquinas de liar y la amenaza que estas suponían para sus empleos, las trabajadoras se revelaron contra sus jefes, tiraron maquinaria al mar y se subieron a los tejados de la fábrica. Desde allí lanzaron piedras y tejas a las tropas de de infantería y caballería enviadas para acabar con la revuelta. No lograron su objetivo, las máquinas de liar fueron impuestas, pero fue la primera huelga de mujeres documentada en Galicia.

Ángel Calvo Ulloa (Lalín, 1984), comisario de O pronunciamento, toma esta noticia como punto de partida. Insurrecciones, el proyecto expositivo y editorial que Georges Didi-Huberman realizó a partir de la estetización de estos movimientos, es uno de sus referentes previos. En O pronunciamento seis artistas gallegos orbitan alrededor del gesto y su significado. Cuatro de ellos con una trayectoria ya consolidada, dos emergentes, pero todos ellos a la altura de una exposición que no cae en lo obvio. Calvo Ulloa nos da las claves para un discurso al que debemos aproximarnos para acabar de construirlo. Un discurso que requiere de nuestro tiempo y, además, lo reivindica.

O Pronunciamento no es una aproximación literal a esta insurrección en la plaza coruñesa, sino una reflexión sobre los gestos que acompañaron a esta revolución, y a todas. Sobre los cuerpos en movimiento, el impulso que los precede, los puntos de apoyo, el aire que desplazan al alzarse, y el vacío y la huella que dejan tras de sí. Alzamientos colectivos y privados, exitosos o no, pero siempre creadores de un legado.

En estos tiempos de gestos prohibidos, los seis artistas emulan levantamientos, dejan trazos. Unos se apropian del suelo que los sostienen, llenan el vacío y lo convierten en escultura sólida. Otros, subrayan el hueco: el que dejan los actos pasados, el tiempo agotado, los cuerpos ausentes.

Carme Nogueira (Vigo, 1970) parte de la La Tribuna, novela de Emilia Pardo Bazán en la que se narran las duras condiciones de las trabajadoras en la fábrica de tabaco. Utiliza la imagen publicitaria popularizada en aquellos años, y visible en las cajas de Farias diseñadas en A Palloza: una mujer fumando. Traslada la imagen de esta silueta a un tablón de madera, y lo convierte en tribuna, elemento arquitectónico en el que pronunciarse. El juego dialéctico es doble porque Tribuna es, además, el nombre de la protagonista de la novela.

Nogueira crea un escalón al que poder subir. La posibilidad de un gesto, el punto de partida para una revolución. Dos láminas sobre la tarima nos ponen en contexto. En una, un dibujo de la Plaza de la Palloza, creado a partir de una imagen antigua. En la otra, la silueta de la mujer del anuncio se superpone al plano de la plaza actual, los entramados son similares y las dos representaciones se convierten en una. En su trayectoria artística Nogueira reflexiona sobre los espacios públicos y privados, en sus distintos usos en relación con la identidad de género. La historia de la plaza, la fábrica y sus trabajadoras, se solapan para escribir un capítulo de nuestra historia.

Escribió Judit Batler en el catálogo de Insurrecciones, que, incluso cuando las revueltas son aplacadas, tienen el poder de articular ideales, de activar revueltas futuras (1). Al igual que el suelo de madera de la obra de Nogueira, esta protesta fue el escalón para muchas otras.

Ana G. Chouciño, Brit Es magazine, 27 septiembre 2020
https://www.brit-es.com/amp/o-pronunciamento-galeria-vilaseco/

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